jueves, 5 de febrero de 2015

Nos quedan tres minutos

Artículo escrito por Eduardo Gudynas de CLAES, publicado en el diario UNO. El reloj que da cuenta de los minutos que nos separan de la hora cero del fin de la humanidad se ha movido. Hasta hace poco nos quedaban cinco minutos, debido a riesgos persistentes, como por ejemplo las armas nucleares. A la hora cero, se asume que la humanidad entraría en un colapso irreversible.

Ahora sólo tenemos tres minutos. Este cambio se debe a la gravedad del cambio climático, según alerta la prestigiosa sociedad de los “científicos atómicos”. Es que la falta de acciones de los gobiernos hace que sea casi inevitable que la temperatura promedio global aumente de 3 a 8 grados Celsius, lo que nos deja ante la catástrofe. La falta de compromisos gubernamentales específicos en la reciente cumbre climática de Lima explica, en parte, que el tic-tac hacia la hecatombe siga su marcha.

No hay nada de exagerado en esto, ya que otras evidencias ratifican que nos queda poco tiempo. De los nueve límites planetarios, ya se han quebrado cuatro de ellos, según alerta un informe científico que se acaba de dar a conocer pocas semanas atrás. Ellos son la extinción de especies de fauna y flora, el ritmo de artificialización de áreas naturales (especialmente por la deforestación), la acumulación de gases invernadero, y las alteraciones biogeoquímicas por nitrógeno y fósforo. En dos de ellos, al parecer estamos en una situación donde no hay retorno. La masiva pérdida de biodiversidad que está en marcha, es uno de esos casos. Es tan grave que ha sido calificada como la “sexta extinción” planetaria, donde la mayor parte de las especies y los ecosistemas están desapareciendo. Además, se nos vienen encima otros problemas globales, como la acidificación de los océanos.

Paralelamente, en la dimensión social persisten los viejos problemas. Se mantiene una pasmosa desigualdad: el 1% más rico de la población mundial, ahora tiene en sus manos el 48% de la riqueza total mundial, según acaba de evaluar Oxfam. A su vez, el nuevo diagnóstico de la pobreza en América Latina muestra que ya no hay reducciones, estancándose en el 28%. Por lo tanto, el número de personas pobres volvió a aumentar por primera vez en muchos años (llegando a 167 millones de latinoamericanos). A las pequeñas minorías opulentas, poco y nada le interesa todo esto. Y el resto, vive agobiado en poder sobrevivir el día a día. 

Este diagnóstico, aunque es terrible, no parece despertar reacciones enérgicas ni desencadena la reacción de los políticos para remediarlo. Esto desnuda otra crisis: buena parte de la clase política actual no está a la altura de los problemas del siglo XXI. Las preocupaciones de muchos de esos políticos convencionales están en el próximo resultado electoral, promover negocios, y atornillarse al poder. 

En cambio, la gravedad de la situación ambiental y social global requiere otros liderazgos políticos, con miradas hacia el futuro, desprendidos de la sed de poder, y genuinamente preocupados con la calidad de vida. El reloj sigue su marcha y nos queda muy poco tiempo.


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